viernes, 21 de septiembre de 2018

Ateismo III

Filosofías ateas


Jean-Paul Sartre se identificó a sí mismo como "existencialista ateo",​ menos preocupado en negar la existencia de Dios que en demostrar que "es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo, así sea una prueba valedera de la existencia de Dios".​ Para Sartre, este ateísmo declara que "si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana".​ La consecuencia práctica de este ateísmo fue descrita por Sartre como la inexistencia de mandatos a priori o valores absolutos que puedan ser invocados para gobernar la conducta humana, y que los humanos están "condenados" a inventarlos por sí mismos, lo que hace al hombre absolutamente "responsable de todo lo que hace".
El ateísmo axiológico o constructivista rechaza la existencia de dioses en favor de un "absoluto más elevado", tales como la humanidad. Esta forma de ateísmo favorece al hombre como la fuente absoluta de la ética y los valores, y permite a los individuos resolver sus problemas morales sin recurrir a seres sobrenaturales. Karl Marx y Sigmund Freud usaron este razonamiento para comunicar mensajes de liberación, desarrollo pleno y felicidad liberada.​ Una de las críticas al ateísmo más comunes ha sido la idea contraria, que negar la existencia de un dios conduce al relativismo moral, lo que dejaría al ateo sin fundamento moral o ético​ y volvería su vida en absurda y miserable.​ Blaise Pascal arguyó esta postura en sus Pensées.

Ateísmo, religión y moral


Creencias y comportamientos sociales


El sociólogo Phil Zuckerman analizó en 2009 los estudios sociológicos existentes sobre la irreligiosidad y concluyó que el bienestar social está correlacionado positivamente con la irreligión. Descubrió que hay una menor tasa de ateísmo e irreligiosidad en naciones pobres y menos desarrolladas (especialmente en África y Sudamérica) que en las democracias ricas e industrializadas.​ Sus descubrimientos en relación al ateísmo en los Estados Unidos fue que, comparados con sus compatriotas religiosos, las personas ateas e irreligiosas son menos nacionalistas, prejuiciosas, antisemitas, racistas, dogmáticas, etnocéntricas, cerradas de mente y autoritarias, y en los estados con los mayores porcentajes de ateos, la tasa de asesinatos está bajo al promedio; por el contrario, en los estados más religiosos, esta es superior al promedio.

​Ateísmo e irreligión


El sentido estricto del ateísmo positivo no conlleva ninguna creencia particular aparte de afirmar la inexistencia de los dioses; de este modo, los ateos pueden albergar cualquier número de creencias espirituales. Por la misma razón, los ateos pueden sostener una amplia variedad de creencias éticas, que van desde el universalismo moral del humanismo, que afirma que un mismo código moral debiese aplicarse consistentemente a todos los humanos, hasta el nihilismo moral, que sostiene que la moralidad carece de sentido. ​Se asume a menudo que las personas que se autoidentifican como ateas son irreligiosas, pero de hecho algunas sectas de las religiones principales rechazan la existencia de una deidad personal y creadora.​ En los años recientes, ciertas denominaciones religiosas han acumulado un número creciente de seguidores abiertamente ateos, tales como el judaísmo ateo y humanista​ y el ateísmo cristiano.

Filósofos como Slavoj Žižek,​ Alain de Botton​ y Alexander Bard y Jan Söderqvist han defendido que los ateos debiesen recuperar la religión como un acto de resistencia contra el teísmo y no permitir que la religión sea precisamente un injusto monopolio de los teístas.

Mandamientos divinos y ética



De acuerdo al dilema de Eutifrón de Platón, el papel de los dioses en diferenciar lo bueno de lo malvado es innecesario o arbitrario. El argumento de que la moral debe provenir de Dios y que no puede existir sin un sabio creador, se ha usado persistentemente en el debate político, mas no en el ámbito filosófico. Se han considerado principios morales tales como "Matar es malo" como leyes divinas que requieren un legislador y juez divino. Sin embargo, muchos ateos argumentan que tratar legislativamente a la moralidad constituye una falsa analogía y que esta no depende de un legislador de la misma manera que las leyes lo hacen.​ Friedrich Nietzsche defendió la existencia de una moral independiente de las creencias teístas y afirmó que la moral basada en Dios "posee verdad solo si Dios es verdadero: se mantiene o desploma junto a la creencia en Dios".​

Existen sistemas éticos normativos que no requieren de principios o mandamientos dados por una deidad. Entre ellos están la ética de las virtudes, el contrato social, la ética kantiana, el utilitarismo y el objetivismo. Sam Harris ha propuesto que la prescripción moral (búsqueda de reglas éticas) no es un asunto exclusivo de la filosofía, sino que también puede ser abordada significativamente por la ciencia de la moral. No obstante, como cualquier cuerpo científico esta debe responder a la crítica encarnada por la falacia naturalista.

Los filósofos Susan Neiman​ y Julian Baggini, entre otros, sostienen que comportarse éticamente únicamente debido a un mandato divino no es una conducta ética auténtica, sino meramente una obediencia ciega. Baggini arguye que el ateísmo es un fundamento superior para la ética y afirma que es necesario un marco moral externo a imperativos religiosos para evaluar la moralidad de los imperativos per se: ser capaz de discernir, por ejemplo, que «Debes robar» es inmoral incluso cuando la religión propia lo ordena; y sostiene que los ateos, por tanto, tienen la ventaja de estar más inclinados a realizar tales cuestionamientos éticos que los religiosos.

El filósofo político contemporáneo inglés Martin Cohen ha ofrecido el ejemplo histórico del uso de los mandatos bíblicos en favor de la tortura y la esclavitud como evidencia de que las órdenes religiosas siguen las costumbres políticas y sociales, y no al revés; pero también observó que la misma tendencia parece replicarse en los supuestamente fríos y objetivos filósofos.​ Cohen explaya este argumento con más detalle en Filosofía política: desde Platón a Mao, donde argumenta que el Corán desempeñó un papel en perpetuar los códigos sociales de principios del siglo VII a pesar de los cambios posteriores en la sociedad seglar.​

Crítica de la religión



Algunos ateos prominentes, recientemente Christopher Hitchens, Daniel Dennett, Sam Harris y Richard Dawkins, precedidos por pensadores como Bertrand Russell, Robert G. Ingersoll, Voltaire y el novelista José Saramago, han criticado las religiones denunciando aspectos nocivos de las prácticas y doctrinas religiosas.

Existe correlación entre el fundamentalismo religioso, la religión extrínseca (cuando se fomenta la religión porque sirve a intereses ocultos), el autoritarismo, el dogmatismo y los prejuicios.​ Sam Harris critica la dependencia de la religión occidental de la autoridad divina, que ve como una guía hacia el autoritarismo y el dogmatismo.​ Se han utilizado estas razones junto a hechos históricos, tales como las Cruzadas, la Santa Inquisición, la caza de brujas y los numerosos atentados terroristas, como pruebas de los peligros de la religión y réplica a los supuestos efectos positivos de la creencia en la religión.​ Los creyentes contra argumentan diciendo que los regímenes que apoyaron al ateísmo, tales como la Unión Soviética, también fueron culpables de asesinatos en masa.

En respuesta, ateos como Sam Harris y Richard Dawkins han manifestado que las atrocidades de Stalin no fueron influenciados por su ateísmo, sino el marxismo dogmático, y que si bien Stalin y Mao casualmente eran ateos, ellos no actuaron en el nombre del ateísmo; a diferencia de las primeras, que fueron justificadas por la religión. 

Karl Marx escribió: "La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma.Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión."

Vladimir Lenin dijo que "Cada idea religiosa y cada idea de Dios es vileza indescriptible [...] del tipo más peligroso, 'contagio' de la clase más abominable. Millones de pecados, acciones asquerosas, actos de violencia y contagios biológicos [...] son por lejos menos peligrosos que la sutil y espiritual idea de Dios ataviado de los más inteligentes disfraces ideológicos."


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