viernes, 21 de septiembre de 2018

Ateismo III

Filosofías ateas


Jean-Paul Sartre se identificó a sí mismo como "existencialista ateo",​ menos preocupado en negar la existencia de Dios que en demostrar que "es necesario que el hombre se encuentre a sí mismo y se convenza de que nada puede salvarlo de sí mismo, así sea una prueba valedera de la existencia de Dios".​ Para Sartre, este ateísmo declara que "si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre o, como dice Heidegger, la realidad humana".​ La consecuencia práctica de este ateísmo fue descrita por Sartre como la inexistencia de mandatos a priori o valores absolutos que puedan ser invocados para gobernar la conducta humana, y que los humanos están "condenados" a inventarlos por sí mismos, lo que hace al hombre absolutamente "responsable de todo lo que hace".
El ateísmo axiológico o constructivista rechaza la existencia de dioses en favor de un "absoluto más elevado", tales como la humanidad. Esta forma de ateísmo favorece al hombre como la fuente absoluta de la ética y los valores, y permite a los individuos resolver sus problemas morales sin recurrir a seres sobrenaturales. Karl Marx y Sigmund Freud usaron este razonamiento para comunicar mensajes de liberación, desarrollo pleno y felicidad liberada.​ Una de las críticas al ateísmo más comunes ha sido la idea contraria, que negar la existencia de un dios conduce al relativismo moral, lo que dejaría al ateo sin fundamento moral o ético​ y volvería su vida en absurda y miserable.​ Blaise Pascal arguyó esta postura en sus Pensées.

Ateísmo, religión y moral


Creencias y comportamientos sociales


El sociólogo Phil Zuckerman analizó en 2009 los estudios sociológicos existentes sobre la irreligiosidad y concluyó que el bienestar social está correlacionado positivamente con la irreligión. Descubrió que hay una menor tasa de ateísmo e irreligiosidad en naciones pobres y menos desarrolladas (especialmente en África y Sudamérica) que en las democracias ricas e industrializadas.​ Sus descubrimientos en relación al ateísmo en los Estados Unidos fue que, comparados con sus compatriotas religiosos, las personas ateas e irreligiosas son menos nacionalistas, prejuiciosas, antisemitas, racistas, dogmáticas, etnocéntricas, cerradas de mente y autoritarias, y en los estados con los mayores porcentajes de ateos, la tasa de asesinatos está bajo al promedio; por el contrario, en los estados más religiosos, esta es superior al promedio.

​Ateísmo e irreligión


El sentido estricto del ateísmo positivo no conlleva ninguna creencia particular aparte de afirmar la inexistencia de los dioses; de este modo, los ateos pueden albergar cualquier número de creencias espirituales. Por la misma razón, los ateos pueden sostener una amplia variedad de creencias éticas, que van desde el universalismo moral del humanismo, que afirma que un mismo código moral debiese aplicarse consistentemente a todos los humanos, hasta el nihilismo moral, que sostiene que la moralidad carece de sentido. ​Se asume a menudo que las personas que se autoidentifican como ateas son irreligiosas, pero de hecho algunas sectas de las religiones principales rechazan la existencia de una deidad personal y creadora.​ En los años recientes, ciertas denominaciones religiosas han acumulado un número creciente de seguidores abiertamente ateos, tales como el judaísmo ateo y humanista​ y el ateísmo cristiano.

Filósofos como Slavoj Žižek,​ Alain de Botton​ y Alexander Bard y Jan Söderqvist han defendido que los ateos debiesen recuperar la religión como un acto de resistencia contra el teísmo y no permitir que la religión sea precisamente un injusto monopolio de los teístas.

Mandamientos divinos y ética



De acuerdo al dilema de Eutifrón de Platón, el papel de los dioses en diferenciar lo bueno de lo malvado es innecesario o arbitrario. El argumento de que la moral debe provenir de Dios y que no puede existir sin un sabio creador, se ha usado persistentemente en el debate político, mas no en el ámbito filosófico. Se han considerado principios morales tales como "Matar es malo" como leyes divinas que requieren un legislador y juez divino. Sin embargo, muchos ateos argumentan que tratar legislativamente a la moralidad constituye una falsa analogía y que esta no depende de un legislador de la misma manera que las leyes lo hacen.​ Friedrich Nietzsche defendió la existencia de una moral independiente de las creencias teístas y afirmó que la moral basada en Dios "posee verdad solo si Dios es verdadero: se mantiene o desploma junto a la creencia en Dios".​

Existen sistemas éticos normativos que no requieren de principios o mandamientos dados por una deidad. Entre ellos están la ética de las virtudes, el contrato social, la ética kantiana, el utilitarismo y el objetivismo. Sam Harris ha propuesto que la prescripción moral (búsqueda de reglas éticas) no es un asunto exclusivo de la filosofía, sino que también puede ser abordada significativamente por la ciencia de la moral. No obstante, como cualquier cuerpo científico esta debe responder a la crítica encarnada por la falacia naturalista.

Los filósofos Susan Neiman​ y Julian Baggini, entre otros, sostienen que comportarse éticamente únicamente debido a un mandato divino no es una conducta ética auténtica, sino meramente una obediencia ciega. Baggini arguye que el ateísmo es un fundamento superior para la ética y afirma que es necesario un marco moral externo a imperativos religiosos para evaluar la moralidad de los imperativos per se: ser capaz de discernir, por ejemplo, que «Debes robar» es inmoral incluso cuando la religión propia lo ordena; y sostiene que los ateos, por tanto, tienen la ventaja de estar más inclinados a realizar tales cuestionamientos éticos que los religiosos.

El filósofo político contemporáneo inglés Martin Cohen ha ofrecido el ejemplo histórico del uso de los mandatos bíblicos en favor de la tortura y la esclavitud como evidencia de que las órdenes religiosas siguen las costumbres políticas y sociales, y no al revés; pero también observó que la misma tendencia parece replicarse en los supuestamente fríos y objetivos filósofos.​ Cohen explaya este argumento con más detalle en Filosofía política: desde Platón a Mao, donde argumenta que el Corán desempeñó un papel en perpetuar los códigos sociales de principios del siglo VII a pesar de los cambios posteriores en la sociedad seglar.​

Crítica de la religión



Algunos ateos prominentes, recientemente Christopher Hitchens, Daniel Dennett, Sam Harris y Richard Dawkins, precedidos por pensadores como Bertrand Russell, Robert G. Ingersoll, Voltaire y el novelista José Saramago, han criticado las religiones denunciando aspectos nocivos de las prácticas y doctrinas religiosas.

Existe correlación entre el fundamentalismo religioso, la religión extrínseca (cuando se fomenta la religión porque sirve a intereses ocultos), el autoritarismo, el dogmatismo y los prejuicios.​ Sam Harris critica la dependencia de la religión occidental de la autoridad divina, que ve como una guía hacia el autoritarismo y el dogmatismo.​ Se han utilizado estas razones junto a hechos históricos, tales como las Cruzadas, la Santa Inquisición, la caza de brujas y los numerosos atentados terroristas, como pruebas de los peligros de la religión y réplica a los supuestos efectos positivos de la creencia en la religión.​ Los creyentes contra argumentan diciendo que los regímenes que apoyaron al ateísmo, tales como la Unión Soviética, también fueron culpables de asesinatos en masa.

En respuesta, ateos como Sam Harris y Richard Dawkins han manifestado que las atrocidades de Stalin no fueron influenciados por su ateísmo, sino el marxismo dogmático, y que si bien Stalin y Mao casualmente eran ateos, ellos no actuaron en el nombre del ateísmo; a diferencia de las primeras, que fueron justificadas por la religión. 

Karl Marx escribió: "La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real. La religión es el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma.Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real. La exigencia de renunciar a las ilusiones sobre su condición es la exigencia de renunciar a una condición que necesita de ilusiones. La crítica a la religión es, por tanto, en germen, la crítica del valle de lágrimas, cuyo halo lo constituye la religión."

Vladimir Lenin dijo que "Cada idea religiosa y cada idea de Dios es vileza indescriptible [...] del tipo más peligroso, 'contagio' de la clase más abominable. Millones de pecados, acciones asquerosas, actos de violencia y contagios biológicos [...] son por lejos menos peligrosos que la sutil y espiritual idea de Dios ataviado de los más inteligentes disfraces ideológicos."


martes, 4 de septiembre de 2018

Ateismo Parte II

Conceptos


La clasificación más amplia del fundamento ateo es su división entre ateísmo práctico y teórico.


Ateísmo práctico


Se considera al ateísmo práctico como una forma de actuar en la que los ateos prácticos o pragmáticos viven como si no existieran dioses, de ser posible explicando fenómenos naturales sin necesidad de referencias divinas. Aunque en esta postura no se niega explícitamente la existencia de ningún dios, sí puede considerarse innecesaria o inútil; para los ateos prácticos de existir alguna deidad esta no proveería sentido a la vida ni influenciaría en la vida cotidiana. 

Una forma de ateísmo práctico con implicaciones para la comunidad científica es el naturalismo metodológico: según el geólogo Steven Schafersman, "la tácita adopción o suposición del naturalismo filosófico dentro del método científico con o sin la plena aceptación o creencia en él”. ​ 

El ateísmo pragmático puede tomar diversas formas: 

  • Ausencia de motivación religiosa: la creencia en dioses no impele la acción moral, religiosa o cualquier otro tipo de actuar.
  • Exclusión activa de los problemas divinos y religiosos de la búsqueda intelectual y acción práctica.
  • Indiferencia: la ausencia de interés en los problemas divinos y religiosos.
  • Desconocimiento del concepto de deidad.
  • Ateísmo teórico
  • Argumentos ontológicos


Ateísmo Teórico.



Argumentos Ontológicos.


El ateísmo teórico explícitamente plantea argumentos contra la existencia de dioses y refuta los argumentos teístas comunes, tales como el argumento del diseño o la apuesta de Pascal. Es principalmente una ontología, concretamente una ontología física. 


Argumentos epistemológicos


El ateísmo epistemológico sostiene que las personas no pueden conocer a Dios o determinar su existencia. Se fundamenta en el agnosticismo, que toma una variedad de formas. En la filosofía de la inmanencia, la divinidad es una entidad inseparable del mundo, que incluye a la mente propia, y cada conciencia individual está contenida en el sujeto. De acuerdo a esta forma de agnosticismo, la limitación en la perspectiva humana previene cualquier inferencia objetiva desde la creencia en un dios a la afirmación de su existencia independiente del creyente. 

El agnosticismo racionalista de Immanuel Kant y los pensadores de la Ilustración solo aceptan el conocimiento deducido a través de la razón humana; esta forma de ateísmo afirma que los dioses no son identificables por medio alguno, por lo que su existencia jamás podrá llegarse a conocer. El escepticismo, basado en las ideas de David Hume, afirma que la certeza sobre cualquier asunto es imposible, por lo que nunca nadie podrá saber de forma segura si un dios existe o no. Hume, no obstante, sostuvo que tales conceptos metafísicos imperceptibles deben rechazarse como un "sofismo y una ilusión". Existe debate respecto si el agnosticismo debiera clasificarse dentro del ateísmo, ya que también puede considerarse como una cosmovisión independiente y fundamental. 

Otros planteamientos ateos pueden clasificarse como epistemológicos u ontológicos, como el positivismo lógico y el ignosticismo, que afirma que términos elementales tales como “Dios” y frases como “Dios es todopoderoso” carecen de significado o inteligibilidad. El no-cognitivismo teológico sostiene que la afirmación “Dios existe” no expresa una proposición, sino una frase sin sentido o cognitivamente vacía. De manera similar, existe debate si tal postura puede clasificarse como una forma de ateísmo o agnosticismo. Los filósofos A. J. Ayer y Theodore M. Drange rechazan ambas categorías, declarando que ambas corrientes aceptan que «Dios existe» es una proposición, por lo que separan al no-cognotivismo en una categoría propia. 


Argumentos metafísicos


La autora Zofia Zdybicka escribió: 


“El ateísmo metafísico [...] incluye a todas las doctrinas que sostienen el monismo metafísico (la homogeneidad de la realidad).” Puede ser: 



  • Absoluto: un rechazo absoluto a la existencia de Dios asociado con el monismo materialista (en todas sus corrientes, tanto las antiguas como las modernas).
  • Relativo: el rechazo implícito de Dios en todas las filosofías que, si bien aceptan la existencia de un absoluto, conciben a ese absoluto carente de todas las cualidades propias de Dios: trascendencia, personalidad propia y unidad. Está asociado con el monismo idealista (panteísmo, panenteísmo, deísmo).




Argumentos lógicos


El ateísmo lógico afirma que varias de las concepciones de los dioses, tales como el Dios personal de las religiones abrahámicas como el cristianismo, poseen cualidades lógicamente inconsistentes entre sí. Tal ateísmo presenta argumentos deductivos contra la existencia de Dios, que señalan la incompatibilidad entre los atributos divinos, tales como perfección, creador del mundo, inmutabilidad, omnisciencia, omnipresencia, omnipotencia, omnibenevolencia, trascendencia, personalidad, sobrenatural, justo y misericordioso. ​ 

El ateísmo teodiceo afirma que el mundo como lo conocemos no puede reconciliarse con las cualidades comúnmente atribuidas a Dios o los dioses por los teólogos. Argumentan que la existencia de una deidad omnisciente, omnipresente, omnipotente y omnibenevolente no es compatible con un mundo en el que existe el mal y el sufrimiento (argumento del mal), y en el que el amor divino está oculto a tantas personas (argumento del ocultamiento divino). ​ 

Un argumento similar al del mal se le atribuye a Sidarta Gautama (véase duḥkha),​ sabio de cuyas enseñanzas se fundó el budismo. 

Reducción de la religión


El filósofo Ludwig Feuerbach​ y el padre del psicoanálisis Sigmund Freud han argumentado que Dios y otras creencias religiosas no son más que invenciones humanas creadas para satisfacer variados deseos o necesidades psicológicas y emocionales. Esta postura es compartida por muchos budistas.​ Karl Marx y Friedrich Engels, influenciados por Feuerbach, arguyeron que estas creencias cumplen funciones sociales utilizadas por quienes están en el poder para oprimir a la clase trabajadora. De acuerdo con Mijail Bakunin, “la idea de Dios implica la abdicación de la razón y de la justicia humana; es la negación más decisiva de la libertad humana, y lleva necesariamente a la esclavitud de los hombres, tanto en teoría como en la práctica”. Bakunin invirtió el célebre aforismo de Voltaire “Si Dios no existiera, sería necesario inventarlo”, escribiendo en respuesta: “si dios existiese realmente, habría que hacerlo desaparecer”. 


Ateísmo en religiones


El ateísmo es aceptable dentro de algunos sistemas de creencias religiosas y espirituales, como el hinduismo, el jainismo, el budismo, el sinteísmo y el raelismo, los movimientos neopaganos, ​ como la wicca,​ y las religiones no teístas. Las escuelas āstikas del hinduismo sostienen que el ateísmo es un camino válido hacia la moksha, pero extremadamente dificultoso, ya que los ateos no pueden esperar ninguna ayuda de la divina providencia en su viaje. ​ El jainismo cree que el universo es eterno y no tiene necesidad de un creador, sin embargo, se venera a los tirthankaras, que pueden trascender el tiempo y el espacio​ y tienen mayor poder que el dios Indra. ​ El budismo secular no defiende la creencia en dioses. El budismo temprano era ateo, pues el camino de Buda Gautama no supone dioses. Concepciones posteriores del budismo consideran al propio Buda una divinidad, lo que sugiere que sus seguidores pueden obtener la divinidad, y reverencian a los bodhisattvas​ y al Buda eterno.

viernes, 31 de agosto de 2018

Ateismo Parte I


El ateísmo es, en su sentido más amplio, la ausencia de la creencia en la existencia de las deidades.​ En sentido más estricto, es el rechazo de la creencia de que cualquier deidad exista.​ En una definición aun más estricta, el ateísmo es específicamente la postura que no existen las deidades.​ Se opone al teísmo,​ que en su forma más general es la creencia en la existencia de al menos una deidad.​

El término ateo proviene etimológicamente del latín athĕus y este del griego ἄθεος, que significa "sin dios(es)" y fue empleado de forma peyorativa para referirse a quienes rechazaban a los dioses adorados por su sociedad. Con el surgimiento y la difusión del librepensamiento, el escepticismo científico y el subsecuente incremento de la crítica de la religión, disminuyó el alcance del término. Las primeras personas en identificarse a sí mismas con la palabra "ateo" vivieron en la Ilustración durante el siglo XVIII. La Revolución francesa, notable por su "ateísmo sin precedentes", presenció el primer gran movimiento político de la historia en abogar por la supremacía de la razón humana.

Los argumentos a favor del ateísmo abarcan desde aspectos filosóficos a perspectivas sociales e históricas. Las razones para no creer en deidades incluyen argumentos de ausencia de evidencia empírica,​ el problema del mal, el argumento de las revelaciones inconsistentes, el rechazo a conceptos infalsables y el argumento de la no creencia, entre otros.​ Si bien algunos ateos han adoptado filosofías seculares (como el humanismo y el escepticismo),​ no existe una ideología o conjunto de conducta único al que todos los ateos adhieran.​ Muchos de ellos sostienen que el ateísmo es una cosmovisión más parsimoniosa que el teísmo y que por tanto la carga de la prueba no recae en quien no cree en la existencia de dioses, sino que es el creyente quien debe justificar su teísmo.

Alcance


Parte de la ambigüedad y controversia existente en definir ateísmo surge de la dificultad de lograr un consenso en la definición de palabras como deidad o dios. La pluralidad extrema de diferentes concepciones de dios y deidad ha llevado a diferentes ideas respecto su aplicación. En la Antigüedad clásica, los romanos acusaron a los cristianos de ser ateos por no adorar a sus deidades paganas. De forma gradual y a medida que este uso disminuía, se empezó entender al teísmo como la creencia en cualquier divinidad, sea la propia o no. 

Con respecto al rango de los fenómenos rechazados, el ateísmo puede rechazar desde la existencia de las deidades, hasta la existencia de cualquier concepto espiritual, sobrenatural o trascendente, tales como aquellos del budismo, hinduismo, jainismo y taoísmo.

Implícito vs. explícito


Las definiciones de ateísmo varían según el grado de reflexión que una persona debe tener respecto a los dioses para ser considerada atea. Algunas definiciones incluyen a la simple ausencia de creencia en que algún dios exista. Esta definición extensa incluiría a los recién nacidos y aquellas personas que no han sido expuestas a ideas teístas. Ya en 1772, el barón d'Holbach dijo que "Todos los niños nacen ateos; no tienen ni idea de Dios".​ 

Similarmente, George H. Smith (1979) sugirió que: "El hombre que no conoce al teísmo es un ateo porque no cree en un dios. Esta categoría también incluiría al niño que tiene la capacidad conceptual para aprender los problemas implicados, pero que aún no es consciente de ellos. El hecho de que este niño no crea en un dios lo califica como ateo".​ Smith acuñó el término ateísmo implícito para referir a "la ausencia de creencia teísta sin un rechazo consciente" y ateísmo explícito para la definición más común de la incredulidad consciente.

Ernest Nagel contradice la definición de Smith como simple "ausencia de teísmo", reconociendo solo el ateísmo explícito como el verdadero ateísmo.

Positivo vs. negativo


Filósofos como Antony Flew​ y Michael Martin​ han diferenciado el ateísmo positivo (fuerte) con el ateísmo negativo (débil). El ateísmo positivo es la afirmación consciente que los dioses no existen. El ateísmo negativo incluye todas las otras formas del no teísmo. De acuerdo a esta clasificación, quienquiera que no sea teísta es un ateo negativo o positivo.

Los términos fuerte y débil son relativamente recientes, mientras que los términos positivo y negativo tienen un origen anterior y se han usado (de maneras ligeramente diferentes) en la literatura filosófica​ y en apologéticas católicas.​ Bajo esta división del ateísmo, la mayoría de los agnósticos serían ateos negativos.

Mientras que hay quienes afirman, como Michael Martin, que el agnosticismo implica un ateísmo negativo,​ varios agnósticos consideran que su postura es distinta al ateísmo,​ pues pueden considerar a este último no más justificado que el teísmo o que requiere de igual convicción.​ La declaración que el conocimiento, ya sea a favor o en contra, de la existencia de los dioses es inalcanzable, se entiende a veces con la implicación que el ateísmo también requiere un salto de fe.​

Las respuestas comunes incluyen que las proposiciones religiosas no demostradas merecen tanta incredulidad como todas las proposiciones sin pruebas​ y que la improbabilidad de la existencia divina no implica que la posibilidad contraria tenga la misma probabilidad de ser cierta.​



El filósofo escocés J. J. C. Smart argumentó que «en ocasiones una persona auténticamente atea puede describirse a sí misma, incluso apasionadamente, como agnóstica debido a la generalización irracional del escepticismo filosófico que nos prohíbe decir que sabemos algo sobre cualquier cosa, a excepción quizás de las verdades de las matemáticas y la lógica formal».​ Para algunos ateos, como el filósofo Fernando Savater, el agnosticismo es una forma cobarde e inconsecuente de ateísmo.​

Por consiguiente, algunos autores ateos como Richard Dawkins prefieren diferenciar a las posturas teístas, ateas y agnósticas de acuerdo a su posición dentro de un espectro de probabilidad teísta, es decir, la probabilidad de verdad que cada quien asigna a la afirmación «Dios existe».​ En lo personal se declara "agnóstico en la misma medida en que lo soy respecto de las hadas en el fondo del jardín".

Definición como imposible o transitorio


Anterior al siglo XVIII, la existencia de Dios se aceptaba tan universalmente en el mundo occidental que incluso se cuestionaba la posibilidad del ateísmo auténtico. Bajo el contexto del innatismo teísta, la idea de que todas las personas creen en Dios desde el nacimiento, estaba la connotación de que los ateos simplemente eran teístas en negación.​

Además existe la creencia de que los ateos rápidamente creen en Dios en momentos de crisis, se convierten in artículo mortis (justo antes de morir) o que «no hay ateos en las trincheras».​ Sin embargo, han existido contraejemplos, entre ellos casos de ateos literalmente en las trincheras.​

Incluso se ha cuestionado la necesidad de la palabra ateísmo:


De hecho, «ateísmo» es un término que no debería existir. Absolutamente nadie necesita identificarse a sí mismo como un «no-astrólogo» o «no-alquimista». No tenemos palabras para las personas que dudan que Elvis aún vive o que los alienígenas han cruzado la galaxia solo para molestar granjeros y sus ganados. El ateísmo no es nada más que los ruidos que las personas sensatas manifiestan en la presencia de creencias religiosas injustificadas.​
Carta a una nación cristiana, Sam Harris

miércoles, 22 de agosto de 2018

Mictlán

Los Nueve Infiernos del Mictlán.




Las nueve regiones del Mictlán o Chiconauhmictlán, en la mitología mexica es concretamente la cosmovisión de las creencias nahuas referentes al espacio y al tiempo; en un universo estructurado mediante parcelas o regiones determinadas por unas fuerzas vivas hecha posterior al nacimiento de los "dioses primordiales" (Omecíhuatl y Ometecuhtli), por los llamados "dioses creadores" (Xipetótec, Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Huitzilopochtli).

Itzcuintlán "lugar en que habita el perro".

Región donde existían los Xoloitzcuintle, los perros consagrados de Xólotl, quien en el pasado fuese el custodio del dios Sol durante las horas diurnas como el dios del ocaso, pero por haber atentado contra Tonatiuh durante su recorrido a través de la bóveda celeste, fue enviado al Mictlán por los Dioses Creadores para conciliar a los perros domésticos con los muertos.

En este paraje los muertos tendrían que cruzar el ancho río Apanohuacalhuia, donde habitaba Xochitónal, una iguana gigante, y cuyas orillas vagaban los muertos que no habían sido dignos porque en vida habían maltratado a algún perro, ya que, para atravesarlo, se requeriría de la ayuda de un perro Xoloitzcuintle, de los cuales tenían la tarea de descubrir si el difunto era digno o no, de lo contrario, el difunto quedaba varado sin poder seguir con su trayectoria al descanso anhelado. El río Apanohuacalhuia delimitaba la frontera entre los vivos y los muertos, en continuidad con los Xoloitzcuintle, que eran afluentes, donde los muertos debían cruzarlo para seguir con su descenso, y aquellos que no podían cruzarlo, eran obligados a vagar, como sombras, alrededor de sus orillas cuyo aire frío hacía de oídos sordos a las quejas de los muertos que sufrían constantemente por el remordimiento de haber lastimado a un perro en vida, por esta causa, los naturales solían tener y criar perros para tal menester, tratarles con cariño para ser reconocidos como dignos, y al que le ponían en el cuello un hilo flojo de algodón.

Tepeme Monamictlán "lugar en que se juntan las montañas".

Es la residencia de Tepeyóllotl, dios de las montañas y los ecos, señor de los jaguares.

Región donde existían dos enormes cerros que se abrían y se cerraban chocándose de entre sí, de manera continua, donde después de haber cruzado el río Apanohuacalhuia, el muerto tenía que buscar el momento propicio para cruzar estos cerros sin ser triturados.

Itztépetl "montaña de obsidiana"

Es la residencia de Itztlacoliuhqui, dios de la obsidiana, señor del castigo.

Región donde se encontraba una montaña con un sendero de pedernales obsidiana que desgarraban a los muertos cuando tenían que atravesarlo para cumplir su trayectoria. Es la residencia de Itztlacoliuhqui, dios de la obsidiana, señor del castigo, quien en el pasado fuese el custodio del dios Sol durante las horas matutinas como el dios de la aurora, Tlahuizcalpantecuhtli, quien cegado por los celos se atreviera a atacar al dios Sol Tonatiuh, recibiendo un contraataque que lo dejó ciego permanentemente debido a una flecha que se atravesó en la cabeza, siendo además castigado por su falta al tercer estrado del Mictlán por los Dioses Creadores, teniendo la tarea de henchir con filosos pedernales el cerro. A continuación, se encontraba un extenso complejo llamado Itzehecáyan o Itzehelóyan, dividido en dos regiones con fuertes vientos, indispensables para que los muertos arrogasen todas sus pertenencias como ropa, alhajas, armas y despojos personales, vientos tan fuertes que levantaban piedras y cortaban a los cadáveres de los muertos con múltiples puntas de pedernal al recorrerlo, este complejo estaba dividido en dos regiones diferentes llamados Cehuelóyan y Pancuecuetlacáyan o Pancuecuetlalóyan.

Cehuelóyan "lugar donde hay mucha nieve"

Es la residencia de Mictlecayotl o Mictlampehécatl, dios del viento del Norte.

Es la primera región del extenso complejo Itzehecáyan, una extensa área congelada con ocho collados de piedras abruptas de aristas cortantes donde siempre caía nieve, es la residencia Mictlecayotl o Mictlampehécatl, dios del viento frío del Norte, que traía el invierno desde el Mictlán hasta la tierra, era muy fuerte y de violento carácter, sus hermanos eran Huitztecayotl o Huitztlampehécatl, viento del Sur, Cihuatecayotl o Cihuatlampehécatl, viento del Oeste/Occidente y Tlahuiztecayotl o Tlahuiztlampehécatl, viento del Este/Oriente.

Pancuetlacalóyan "lugar donde la persona se voltea como bandera"

Es la residencia de Mictlecayotl o Mictlampehécatl, dios del viento del Norte.

Es la segunda región del extenso complejo Itzehecáyan, al pie del último collado del Cehuecáyan, ahí comenzaba una extensa área desértica de difícil movimiento con ocho páramos donde no existía la gravedad, y los muertos estaban a merced de los vientos, que próximos a salir, éstos los regresaban o los llevaban de un lado a otro como banderas, hasta que finalmente lograban salir del sendero.

Temiminalóyan "lugar donde te flechan saetas"

Región donde existía un extenso sendero en cuyos lados manos invisibles enviaban puntiagudas saetas para acribillar a los cadáveres de los muertos mientras lo atravesaban, las saetas pérdidas durante batallas que el muerto debía evitar para no ser flechado e irse desangrando.

Teyollocualóyan "lugar donde te comen el corazón"

Residencia de Tepeyóllotl, dios de las montañas y los ecos, señor de los jaguares.

Región donde habitaban fieras salvajes que abrían los pechos de los muertos para comerles el corazón, por lo que, al salir del sendero, el muerto se encontraría con un jaguar que comería el corazón.

Apanohualóyan "lugar donde se tiene que cruzar agua"

Región donde se encontraba la desembocadura del río Apanohuacalhuia, una masa acuática de aguas negras donde el muerto ya sin corazón se debatía por largo rato en las aguas negras para salir, pero, ahí no acabarían sus penas, pues el difunto tendría que atravesar un extenso valle lleno de nueve hondos ríos, los nueve ríos adyacentes del ancho río Apanohuacalhuia, los ríos de los nueve estados de la conciencia.

Chiconahualóyan "lugar donde se tienen nueve aguas"

Finalmente se alcanzaba el final del trayecto en una zona de niebla donde los muertos ya no podían ver a su alrededor. Su estado de cansancio exangüe provocaría la reflexión de las decisiones y movimientos de la historia del muerto, y se conectaría con todo lo que le sucedió en vida, con todo lo que le rodeaba. El muerto se volvía uno con todo. Así, dejaban de padecer y entraba en el Mictlán, la residencia del señor y de la señora de la Muerte.